Vemos con asombro, en los últimos días, hasta qué punto la "aristocracia" herreña está intentando convertir un problema mercantil, en un problema político de primer orden.
La gente de REUNIR en El Hierro siempre hemos defendido el carácter público de los servicios y la prioridad ecológica y económica de comprar en la Isla. Lo que no vamos a defender es que, otra vez, se pretenda utilizar las instituciones públicas para defender los intereses privados de los familiares y amigos de quienes siempre defienden la gestión privada de los servicios públicos... con tal de que no les afecte a ellos.
Dentro de la ética y de la legalidad, desde REUNIR pedimos a nuestro Consejero que ponga todo su empeño en mantener el diálogo y en mejorar lo que haya que mejorar para mantener el mayor número de proveedores dentro de la Isla. Poniendo siempre por delante de cualquier interés privado, el beneficio de nuestros mayores.
Pero lo que está pasando estos días va mucho más allá de una cuestión comercial. La AHI ha decidido que esta es una buena ocasión para mostrar a la ciudadanía herreña que su poder va más allá de la democracia, de las leyes y hasta de la convivencia.
Es verdad que desde el principio de la legislatura la dirección de AHI puso en el punto de mira al consejero Amado Carballo, en la íntima convicción de que su salida de El Cabildo, seguramente propiciaria una inmediata moción de censura. Pero lo que ahora pretende AHI va mucho más allá.
Utilizando todos los resortes de poder con los que cuentan, los mandamases de la Isla pretenden intimidar a sus adversarios en la seguridad de que esta Isla les pertenece, y de que en ella hacen lo que les place.
Ya no hablamos solo de las habituales élites sindicales, funcionariales o económicas. Al peor estilo trumpista, la AHI está desplegando cuantos bulos inventa y, lo que es aún más preocupante, ha decidido que les vale cualquier cosa, por mafiosa que parezca, para demostrar quién manda aquí, digan lo que digan las elecciones.
En los últimos días hemos podido comprobar cómo representantes públicos amenazaban a cargos públicos, mientras otros exigían actas a medida para atacar a adversario políticos. Hemos visto cómo se publicaba el nombre completo de un trabajador que, por supuesto, ya ha recibido mensajes amenazantes. Cómo, directamente desde AHI, se contactaba con exparejas a ver si se pescaba algo sucio que publicar o, incluso, con el cínico victimismo habitual de la ultraderecha, se denunciaban supuestas coacciones a los familiares de las residencias. Coacciones que ellos mismos intentaban, para obligar a las familias a negarse a algo que para ellas es sencillo: que el servicio sea el mejor para sus familiares internos.
¿Se ha convertido AHI en un partido de ultraderecha? ¿Es esta la estrategia de Javier Armas y los suyos para recuperar el poder como sea?
Durante décadas esta Isla ha estado dirigida, informalmente, por una pequeña élite complaciente, con el poder de cuatro familias cuya preocupación principal han sido ellas mismas, a mucha distancia del resto de la ciudadanía herreña. Han colocado a su gente, han protegido sus negocios y han tapado sus vergüenzas.
Las cosas poco a poco ─demasiado poco a poco─ parece que van cambiando. Lo que nos preocupa es saber si este cambio se va a acompañar de una reacción que afecte a la convivencia social y política de la Isla. Porque la amenaza está ahí.
¿Está buscando ocupar AHI en la Isla el espacio y las prácticas de la ultraderecha en Canarias?¿Qué no están dispuestos a hacer los de siempre para seguir imponiendo su ley, gobierne quién gobierne?